jueves, 2 de abril de 2015

Forjadores y los Nabos y Pencas, redimiendo matanzas

Bueno, pues aquí les recomendamos el visionado de esta representación, acaecida durante las pasadas Fiestas del Medievo. Se trata de la famosa Leyenda de las Cinco Campanadas, encarnada por los Forjadores del Tiempo y las Pencas de la Laguna y los Nabos del Pinar (que por ahorrar, a partir de ahora abreviaremos como PLNP).

Mejor preparad palomitas antes de darle al play:



Y ahora que ya habéis disfrutado de la historia, venimos los buenos de El Orejón a tumbaros la leyenda. No es la primera vez que se representa o adapta esta leyenda, cuya versión más "estándar" viene del Romancero Villenense de Gaspar Archent. 


Esta historia, en cualquiera de sus distintas versiones, siempre se ha tratado de contar en plan chachi-guay, donde los valientes villeneros nos rebelamos contra el Marqués, a la señal de las Cinco Campanadas, suponiendo el principio del fin de los tiránicos Pachecos.


Pero la historia no es tan heroica como la pintan (aunque lo del lío de hermanas deshonradas del teatrico es un añadido que tiene su gracia).  En plena Guerra de Sucesión Castellana, sus Católicas Majestades fueron muy pillos a  la hora de poner a los súbditos del Marqués en su contra. En realidad esto no les hacía falta, porque no es que gobernasen con mucho tacto, estos Pachecos.

-"¿Algún problema?"

El caso es que enviaron cartas a los villeneros, incitándoles a la rebelión. Y claro, los cristianos viejos, viendo que los conversos y judíos controlaban la pasta y banca en la ciudad (que parece que eso de oler el dinero, viene de serie con la religión), pues muy gustosamente pasaron a cuchillo a todo cristiano nuevo (y a algún musulmán que otro), en una matanza no muy noble ni abanderada de la libertad del pueblo.


La masacre se dio en enero de 1476, y para finales de mes, tuvieron que venir las tropas de Aragón, al mando del capitán Gaspar Fabra para apaciguar la revuelta (los Fabra... cortando el bacalao en Valencia desde tiempos inmemoriales). De paso, aseguraban la ciudad para la causa Isabelina.


El caso es que el perdón concedido tras la guerra sirvió para "pagar" el favor de rebelarse, porque a la revuelta de las Cinco Campanadas, le siguieron al poco la rebelión del resto de ciudades del Marquesado, que veían a la cabeza del mismo ya de parte de Isabel. No es que fuera un suceso del que enorgullecerse. Pero oye, gracias a él, el Marqués cae, ganan fuerza los Reyes Católicos y se unen definitivamente Castilla y Aragón. De lo contrario... Seguiríamos siendo "la frontera".

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